sábado, 23 de febrero de 2008

Punta del Diablo

Un país pequeño
con un mar enorme
Un sendero
bordeado por la luna
y casas bajas
Una cerveza en el portal
Una caricia nocturna
mientras duerme
Toda la prisa lenta,
mesurada,
y la conservación
de la especie
que se aprende
en lugares así

(Ballotage)



Este poema, al igual que el anterior, fue escrito -como su nombre lo indica- en Punta del Diablo, Uruguay.

Yo acababa de ser papá, y la paternidad misma como una nueva presencia me interrogaba con muchos colores. Tenía dudas, tenía miedos, tenía angustias, pero tenía una alegría y una convicción a prueba de todo.

La relación con mis padres no siempre fue bien, y en ése entonces Papá ya estaba internado en un psiquiátrico en Jujuy, y yo no sabía si llegaría a conocer a mi hijo alguna vez -años después hice el intento, en vano-, y mi mayor sombra al respecto era si yo podría construír una relación diferente con mi descendencia.

Catorce años después, puedo reconocer que sí. Como también seguir recordando ése lugar mágico, donde se aprende a conservar la especie, y el amor a la vida por sobre todas las cosas.

Salud.

2 comentarios:

Marcelo Escobal dijo...

Punta del Diablo ya no es lo que era. Aún así sigue teniendo algo de aquel encanto. Tengo asociado ese lugar a momentos de mucha felicidad (campamentos de soltero, noviazgo, luna de miel, cabañas con mesas llenas de familia y más).
Lugar ideal para un reset y para volver a él a reorganizarse.
Lindo lugar. Lindo texto.
ME

Mariana Porta dijo...

...iba a decir lugar de peregrinaje, de amor, de reencuentro con lo más propio y sencillo.