sábado, 27 de octubre de 2007

Steffen-Villegas. La vuelta

Sólo para nosotros
el cielo se escarcha
en una sonrisa constelada
de gato de Cheshire,
y las estrellas se mueven
con su tintineo
de luces entreabiertas,
y estos páramos
que nos abren y nos cierran
los poros de los ojos,
y esta fiesta de la incertidumbre,
dulce y extraña
como las frutas secas.

Pero también es para todos
este cielo de escarcha y osamenta,
y este fuego en ronda
de leños inseguros,
y el dulzor extraño
de las frutas secas
que nos acompañó en estos paisajes
donde el tiempo no ha corrido
porque ha estado corriendo
en otra parte...

Ahora hacemos todo el recorrido
pero al revés,
como dándonos cuerda,
pasando todos los inicios de campaña
a través de los tensores del alma,
regurgitando vivencias
tal vez inolvidables,
o tal vez parte de los secretos
más preciados de la memoria:
lo que algunos apresurados
llaman el olvido


(20-01-1990)


Esta última entrada me da un poco de nostalgia; creo que prefiero no agregar fotos, ni hacer otra cosa que dejar que el poema diga lo que dice.

sábado, 20 de octubre de 2007

Huachupan

Los árboles del camino
acechan como ningún otro
con sus ramas alma,
que gritan,
cual pájaros enfermos,
laceraciones
que no nos es dado
compartir despiertos.

Afuera una niebla de horror
bajo la Luna,
recta como un faro,
da pie al amanecer más cerrado
que haya visto nunca,
disfrazando al valle
de la cruz y del árbol blanco
de postal siniestra y apagada,
invitando a partir
de aquél edén
sin terminar la digestión
del cordero ritual.

No puedo concentrar el miedo
en un solo punto neurálgico,
pero algo de esta combinación
me aterra y no lo entiendo.
De donde vengo
quizá se le diría cobardía,
o locura.
Adonde voy yo le diría
convicción de alerta,
aprendizaje de la predestinación
de las certezas que aunque mudas
con sutiles toques de hombro
se nos hacen notar;

Paralizado,
no atino a darme vuelta...

(15-01-1990)


¿Y? ¿Transmite mi vivencia? Ahora les cuento cómo fue, pero... ¿qué percibieron? Inquietud, opresión, temor, incredulidad, ¿qué?

Cerrando el viaje, partimos hacia el lago Steffen. Por esas cosas de la vida, nos olvidamos la ropa limpia en un lavadero en Bariloche (...), y enviamos un contingente a buscarla. Obviamente se nos hizo bastante tarde, y para cuando emprendimos la marcha, era evidente que no llegaríamos al destino esperado. Y claro, en nuestro afán de armar el campamento de día -recordar que en el sur anochece a las 10 largas...-, quizás apuramos el paso demasiado, y nos perdimos, por supuesto.

Así fue como fuimos a dar a Huachupan, a la vera del Río Manso Inferior. Llegamos bastante jugados, y el lugar nos pareció mágico desde el primer momento, con un camino cerrado, boscoso y algo siniestro a última tarde, que se abrió en un pequeño valle solitario, con un poblador indígena -Huachupan-, a quien pedimos permiso para acampar en "su" tierra.

La mañana siguiente fue como llegar a "La Playa" -la película-. El lugar era realmente un paraíso. Y estábamos solitos en él. Tiemblo al imaginar en qué estado se pueda encontrar hoy, pero es posible que haya una bandera de Benetton; nosotros volvimos tres años después, y estaba igual. Y nos hemos prometido volver algún día, mientras podamos hacerlo por nuestros propios medios!

Volviendo al poema, los días que pasamos alli fueron lo más parecido a la perfección que un grupo humano puede vivir. Como siempre hablo por mí, pero creo que el recuerdo será coincidente. El lugar, el modo, el grupo, el momento. Una noche, el poblador nos vendió una pata de cordero para hacer a la cruz. Digamos que no comíamos carne hacía unos cuantos días, y ése cordero "ritual", en ése sitio, comido directamente de la pata pasada de mano en mano y desguazada como hombres primitivos, fue una experiencia fantástica.

También había un árbol blanco bien fantasmagórico cerca de donde acampamos; por la noche -tipo 4 de la mañana-, cuando me levanté a hacer pis, había una niebla espesa, cerrada, que provenía del río. La Luna llena iluminaba el valle como un faro, y es una postal que no voy a olvidar mientras viva. Habíamos estado contando cuentos de terror, y estábamos solos completamente, "a mil mille de tout cité habité!" -jajajajaaj!-.

Bueno, esa es la historia. Y éstas, las fotos, para que nadie diga que sólo lo soñé. En todo caso, lo soñamos muchos.





domingo, 14 de octubre de 2007

Camino a Tronador

Vendrá
el fantasma de ojos negros
El pelo blanco lavanda
La sonrisa
de dientes protectores

Bajará de la nieve
con sus huellas de cisne
Sobre un hielo lejano
de sedas azuladas
Volverá con la cascada
de arrastres portentosos
Y en los costados
de los ángeles
crecerán nuevos álamos nuevos

Me asomará a esta vida,
Tronador,
Y me librará a mi suerte
por haber perturbado su sueño
de nieves eternas
y enanos con corset de punta

Que el fantasma de ojos blancos
me proteja o me hunda
Pero que sea
el de ojos blancos
Al que más conozco

Al que menos debo

(05-01-1990)


No sé si es bueno contar los entretelones o las entrelíneas de un poema -he tenido varios comentarios en contra al respecto-, pero pienso que esta serie lo admite.

El fantasma de ojos negros es Dani, que vendría durante la segunda etapa del viaje, y a quien si bien yo tenía en alta estima, también observaba con recelo, puesto que intuía que Marce (la) lo miraba con ojos cariñosos.

La verdad es que yo básicamente luchaba entonces con mis propios fantasmas -ojo ustedes con lo que van a decir, eh...-, y prefería a mi propio fantasma interior ciego como oponente, que a un posible rival de carne y hueso.

De todas formas, estoy seguro de que para cuando fueron escritas esas líneas, la suerte estaba echada desde hacía rato. Entonces yo no lo sabía, pero Marce sí, por supuesto. Ella ya había elegido, y no era a ninguno de todos mis fantasmas.




viernes, 12 de octubre de 2007

Tronador

Piedra
Papel
y
Tijera

Para recortar
un atardecer imposible
y guardarlo en la memoria
del viejo que recuerda

Para tirarle
a las ánimas surgentes
que vagan y chillan
como el viento
en las venas

Para describir
con elementos incompletos
lo que la imaginación
jamás podrá crear


(07-01-1990)


Hoy hago mi primera excepción. Que no es continuar con la serie del viaje antológico al sur, sino que es la de publicar un poema que integra un libro, algo que adrede he decidido no hacer, y que es muy probable que no se vuelva a repetir, hasta que los libros que los contienen vean la luz, cosa que no pasará dentro de mucho :).

Continuando con la serie, éste poema, que trata, como dice, de describir con elementos incompletos una vivencia incomparable, irrepetible e intransmisible. Pero vale la intención, claro; y para los que estuvimos allí, en el Tronador y en su Refugio -que van las fotos de Marcelo- mi cariño, mi recuerdo, mi gratitud.

Salud, hermanos de la vida. Son así de pocos. Y así de mucho los quiero.


domingo, 7 de octubre de 2007

Paso de las Nubes

Los mimos están vivos.

Andan por el bosque
y las frondas
hasta posarse,
como detalles inquietos
de un fuego
que no consume porque sí.

Estar atentos
aquí en el bosque:
donde hallan el claro,
allí pernoctan;
donde la luna negra
vale más que mil diamantes
y el vidrio se corta
con una mirada;
detrás la existencia se parte
en un aullido existencial,
fortificando las fisuras
que permiten a lo entero
sentirse unidad,
y no sólo una molécula inasible
de esta espesura
que todo lo abarca y debilita,
pero que lejos está
de comprender o de sentir.


Para este bosque sin reflejos
una luz de entrañas,
y en el espinazo de su noche
la descontractura casi total.

¿No la oyen?

(10-01-1990)


Me topé con esta serie de poemas que hoy comienzo, escritos durante un viaje antológico al sur, en el que además nos pusimos de novios con mi mujer; o sea, en el que literalmente comenzó la vida como hoy la conozco.

Este poema particularmente habla de la noche durante la travesía del Paso de las Nubes, un camino de ensueño -aunque algunos bien pueden recordarlo como Vietnam- entre montañas, lagos, mallines y glaciares. Aquella noche llovía, estábamos cansados por la subida previa al Tronador, nos sentíamos perdidos, y hambrientos, y esperanzados, y unidos. Le agrego mi mirada interior al momento de sozobra general, pero de excitación particular.

Quien lo ha hecho, no lo olvida. Y adicionalmente, si lo han hecho con la mujer de su vida cuando todavía no lo era pero lo estaba siendo, el panorama se completa con varias notas arriba :)