Puedo deconstruir el claro
reforestando el antes
sin pernoctar la sensación
de ahora y sin embargo
el cuadro se transfiere
al nuevo marco
y el rocío se conspicua
a la piedra y yo
el centro de este bosque
el borde de este claro
me traslado a la vejez
por otra senda
haciendo caso omiso
de las flechas
(19-06-2000)
Este poema tiene reminiscencias de muchas noches a la intemperie, esas noches de bosque, carpa, cansancio luego de un día agotador con la mochila, en los que la comida que toque -arroz, fideos, puré con bondiola- son bendecidos como el manjar más exquisito acompañado de un vino excelso, agua de arroyo. Quizá sea la nostalgia de los años idos, o una invocación a la amistad, o la esperanza de poder transmitir -desde la acción- esta vivencia a los hijos, lo que me hizo unir al bosque con el paso del tiempo, algo que el bosque mira con ojos benevolentes y compasivos desde nuestra humana y fugaz perspectiva.
domingo, 10 de junio de 2007
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